En el suelo habitan multitud de seres vivos, algunos muy pequeños y otros no tanto, pero todos en perfecta sintonía. Un ejemplo son las lombrices de tierra, que ayudan a la transformación de los suelos modificando su estructura física, química y biológica. También incrementan la actividad enzimática microbiana relacionada con nutrientes esenciales como el carbono, nitrógeno o el fósforo, creando zonas o «puntos calientes» de actividad biológica.
En la figura se observa una mayor actividad de las enzimas glucosidasa (C), chitinasa (N) y fosfatasa (P) en las zonas de un suelo por donde ha pasado una lombriz.
La fuente:
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Duyen T.T. Hoang, Bahar S. Razavi, Yakov Kuzyakov, Evgenia Blagodatskaya (2016). Earthworm burrows: Kinetics and spatial distribution of enzymes of C-, N- and P- cycles. Soil Biology & Biochemistry 99, 94-103. http://dx.doi.org/10.1016/j.soilbio.2016.04.021