En 2015 la FAO celebra el año internacional de los suelos y Compostando Ciencia quiere unirse a esta celebración con una serie de entradas y artículos en los que pondremos de manifiesto la importancia de los mismos sobre todo para la agricultura. Hablaremos de las principales características de los suelos agrícolas, sus propiedades y como podemos mejorar y cuidarlos con el empleo de la materia orgánica del compost. También haremos un repaso de investigaciones científicas sobre el suelo, el compost y la materia orgánica que nos permitan enterder mejor su funcionamiento y su importancia.
El suelo: un ecosistema vivo fundamental para la agricultura.
El suelo es la base fundamental de la agricultura ya que es donde crecen los cultivos y las plantas que generan nuestros alimentos. Se suele identificar con la parte superficial de la corteza terrestre, una superficie fina (en relación al resto del manto) muy fértil que reune todas las condiciones para que las plantas puedan vivir y desarrollarse en plenitud. En ciencia se suele usar el término “salud del suelo” para referirse a la calidad del mismo tal y como ya discutimos anteriormente. Este término es muy complejo y hace referencia a muchos aspectos del suelo que involucran sus propiedades físicas, químicas y biológicas. Posiblemente este último aspecto es uno de los más interesantes y más significativos en cuanto a su contribución a la salud del mismo. Se debe a que un suelo no es un sistema inerte sino que contiene una gran riqueza biológica a muchos niveles, desde lo microscópico (bacterias, hongos, etc.) a lo macrocópico (insectos, lombrices, plantas, etc.), todos viviendo en una perfecta conjunción y armonía. Cuanto mayor sea su actividad biológica, mejor salud tendrá y como todo sistema vivo, requiere de algunas condiciones esenciales para su corrcto funcionamiento. La humedad, el contenido en nutrientes, la materia orgánica, una buena estructura física, porosidad, etc. fluctúan a lo largo del tiempo ya sea por acción climática (lluvias, sequía, sol, viento que produce erosión, etc.) o por la acción de la naturaleza o el ser humano (plantas y cultivos, manejo de los suelos agrícolas, prácticas agrícolas como el arado, etc.). Por este motivo, se podría considerar al suelo como un sistema vivo y dinámico en el que algunas de sus propiedades fluctuan a lo largo del tiempo por la acción de su propia biología.
Nota: El suelo es un ecosistema biológicamente vivo y dinámico siendo la materia orgánica un factor clave.
Ejemplos claros de esto los encontramos en los microorganismos y/o lombrices que transforman la materia orgánica del suelo y que reciclan y transforman los principales nutrientes (carbono, nitrógeno, etc.) haciendolos más biodisponibles para las plantas, algo esencial para la agricultura. Estos microorganismos y/o lombrices actuan de la misma manera durante el proceso de compostaje o vermicompostaje ya que estos procesos son una adaptación optimizada de este proceso natural hecha por el hombre. En definitiva, la biología del compostaje y vermicompostaje se basa en la biología del suelo por lo que en muchos aspectos están íntimamente relacionadas.
Compost de calidad como enmendante biológico de suelos.
Un enmendante se define como un sustrato que mejora algunas propiedades del suelo ya sean físicas, químicas o biológicas. El compost puede actuar mejorando las tres de forma conjunta y si nos fijamos concretamente en el aspecto biológico, el aporte de la materia orgánica del compost puede activar la biología del suelo siendo simultaneamente fuente de nutrientes e inoculante microbiano. En resumen, la materia orgánica es un factor clave en la salud de un suelo y/o en su recuperación según su actividad biológica. Esto es una evidencia científica irrefutable.
Nota: European Atlas of Soil Biodiversity es un compendio científico sobre la biología que existe en los suelos europeos. Este magnífico trabajo disponible en este ENLACE recopila una basta información sobre numerosos organismos que viven en nuestros suelos.
Ahora bien, como es lógico pensar no todo vale si hablamos de materia orgánica o de compost. Para conseguir y mantener todas las propiedades de un suelo necesitamos añadir una materia orgánica de calidad. Por desgracia, no todo lo que lo llamado compost es compost de calidad, como puso de manifiesto mi compañero Juan José Ibañez. No toda la materia orgánica vale para añadirla al suelo. Esto es fundamental tenerlo claro sobre todo si se tratan de residuos orgánicos de cualquier naturaleza por lo que previamente hay que tratarlos y estabilizarlos. Si no lo hacemos bien, en vez de mejorar las propiedades del suelo podemos conseguir lo contrario, una degradación del mismo. Tradicionalmente, el suelo se ha considerado como un mero sistema inerte sin valor, como un mero soporte físico para las plantas o los cultivos. Esto ha motivado que algunas malas prácticas agrícolas los hayan degenerado produciendo procesos de contaminación ambiental (Un ejemplo es la contaminación por sobrefertilización nitrogenada) e incluso una perdida importante de su calidad biológica.
Por suerte, esto está empezando a cambiar. Cada vez más, los agricultores están tomando conciencia de la importancia de conservar la biología de los suelos. Cada vez más están familiarizados con términos científicos como abonos verdes, micorrizas, o bacterias fijadoras de nitrógeno. Cada vez más son los que añaden materia orgánica a los suelos de los restos de poda o dejan crecer las “malas hierbas” entre los cultivos sabiendo que eso genera beneficio al suelo. Todos estos temas los comentaremos en futuras entradas por su importancia en la agricultura.
Todavía queda mucho que hacer y lo tenemos que hacer entre todos. Los científicos que trabajamos en temas de suelos lo tenemos claro: hay que generar más conocimiento y difundirlo entre todos los interesados. Los suelos son un recurso biológico de vital importancia para todos y de su conservación depende nuestro futuro.
Para profundizar sobre suelos:
– Introducción a la Edafología, por Carlos Dorronsoro (Universidad de Granada)