El compostaje sirve para reciclar muchos tipos de residuos orgánicos, desde los que se producen en la agricultura (estiércoles, restos vegetales, etc.), en la industria agroalimentaria (residuos de frutas, orujos, etc.) o incluso los que producimos en nuestras casas (basuras y residuos sólidos urbanos). Este proceso se puede desarrollar a muchas escalas, tanto a nivel industrial (grandes instalaciones de compostaje que tratan gran volumen de residuos al día) como a nivel doméstico mediante compostaje urbano (restos de poda de nuestros jardines, restos de nuestra comida, etc.).
Otra forna de usar el compostaje para reducir la producción de residuos en origen son los sanitarios en seco o ecosanitarios (también conocidos como letrinas ecológicas en seco o “composting toilets”). Son de gran utilidad para reciclar y aprovechar nuestros propios excrementos en zonas donde la red sanitaria no llega. Los hay de muchos tipos, unos más sofisticados que otros, pero en esencia hacen la misma función: compostar nuestros propios residuos orgánicos.
En zonas rurales, suelen estar situados fuera de las casas y son muy sencillos. Después de cada uso, hay que añadir un poco de serrín y un poco de agua para que la microbiología actúe. También los hay en módulos pequeños para nuestros cuartos de baño con sistemas automatizados de volteado y aireación para acelerar el proceso. Llevan también filtros para evitar malos olores y están conectados a la red de tuberías para eliminar el exceso de agua. En ambos casos y dependiendo del uso, se retira de forma periódica la materia orgánica producida en forma de compost que se deja madurar un tiempo para poder utilizarla como abono de nuestras plantas.
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